CUATRO VISIONES DE
LA CRUZ
La primera es
ante la imposición de llevar la cruz de Jesús hasta el Calvario, qué reacción
tenemos cuando tenemos que llevar el evangelio a los demás, y cuando nos piden
ayuda. La segunda es la actitud del malhechor que injuria a Cristo, por
soberbia, por incredulidad. La tercera es la actitud del otro malhechor
reprendiéndole y pidiendo que Jesús se acordara de él cuando viniera Jesús en
Su reino, y recibió por respuesta que hoy mismo estaría con Él en el paraíso.
Estos dos hombres son las dos actitudes del hombre ante el Día del Juicio, una,
la de despreciar la salvación por la sola fe, y la otra la de reconocerse
pecador, arrepentirse y clamar misericordia. La cuarta es ante la Cruz de
Cristo que da su vida por nosotros y nuestra relación personal con nuestro
Salvador desde el momento de entender que Él ha muerto en nuestro lugar, que
deberíamos ser nosotros y no Él, los que estuviéramos en aquella Cruz. Todas
ellas comienzan en una calle, en Jerusalén, hace casi dos mil años, cuando el
Hijo de Dios fue cargado con una cruz que llevaría junto a un hombre, que nos
representa a todos, Simón de Cirene.
La carga de la cruz, es el
yugo de Cristo, el cual nos invita a llevar con Él, del cual nos describe el
mismo Señor su ligereza y
facilidad de llevar debido al poder más grande que nos da Dios: el amor de
Cristo. El yugo es una pieza de madera, que como todos sabemos sirve para que
dos bueyes de carga tiren juntos. Pues bien, ese yugo es la misma cruz puesta
en horizontal donde las dos partes que servirían para clavar las manos del
Mesías, fueron puestas sobre los hombros de cada uno de los dos hombres, Jesús
y Simón, cuando éste fue obligado a ayudar a Jesús a llevar Su cruz. Aquella
obligación se convertiría para Él en un privilegio.
No es
necesario decir que nuestra cruz no nos salva, sino la del Cordero de
Dios, Yahshua el Mesías, y que por lo tanto la salvación no la aporta nuestra
ayuda, nuestro testimonio ni nuestro esfuerzo espiritual, sino la vida del Hijo
de Dios dada y resucitada. Pero Jesús ha dejado para Su esposa, la Iglesia una
parte de la carga, como dice la Escritura: ...Ahora me gozo en lo que
padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo
que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia. Colosenses 1:24.
Llevar la cruz de Cristo
significa llevar Su testimonio, predicar el Evangelio, hacer sacrificio de
alabanza, fruto de labios que confiesan su nombre, Hebreos 13:15, ser la sal de
la tierra y la luz del mundo, proclamar Su obra entre los hombres, hablar en
los lugares y circunstancias en los que nadie habla de Dios sino de las
vanidades, del lucro y de la carne, defender por amor de ellos la salvación del
alma y el arrepentimiento, publicar un tipo de conversación que no le gusta a
la mente humana, porque la condena, porque le anuncia su caducidad y necedad. Además la cruz de Cristo implica llevar el
sufrimiento que Él lleva viendo las almas perderse porque Le aborrecen a Él y a
nosotros, por ver a la humanidad destruirse, a las personas dañándose
mutuamente, por dominar, por envidias, por poder, por prevalecer, por odiar;
todo lo contrario al amor de Dios, todo eso ha sido clavado en la Cruz en
aquellos que Le aceptan como Salvador, cambiando sus corazones. La Cruz de
Cristo implica que seremos aborrecidos, perseguidos, algunos matados, y toda
esta tribulación es para la gloria del Señor, algo distinto al evangelio del
bienestar, la prosperidad económica y las bendiciones que hoy buscan las multitudes
en algunas iglesias espectáculo. Los Cristianos somos llamados a llevar nuestra
propia cruz por amor de Cristo, y por amor de los hermanos, lo vemos en Gálatas
6:2 y el 1Juan 3:16 y 17, este es nuestro Sacerdocio de Melquisedec, sacerdote para siempre, nuestro Señor Jesucristo.
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